sábado, 10 de noviembre de 2012



 Una poesía de un gran poeta

(Yo diagnostiqué y traté una meningitis
vírica a un sobrino nieto de este gran 
poeta, y la mujer que entonces compartía
mi vida le trató a él de una arritmia.
Menuda gilipollez)

 
No te rindas, aún estás a tiempo,
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas, que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y  destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas, quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

 
 













Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.


    Benedetti



 Una última confesión

Llevo tiempo engañándome y engañando a los que me rodean. Intento aparentar que voy adelante cuando realmente me estoy muriendo un poco cada día. Incluso creo que mi cuerpo vive, pero ya no hay alma en mí. No soy capaz de superar nada. Todo empezó hace cinco años cuando enfermé y yo ya sabía que Ella se iría tarde o temprano y ya no sería la madre de nuestros hijos. Odio mi perfecta visión del futuro. Es uno de los dones que Dios me dio. Que desperdicio haberlo puesto en mí. Cuando ese momento llegó,  intenté provocar mi caída a los infiernos con un accidente de moto que no fue un accidente. Fallé en mi intento y engañé a todos. Luego decidí ir a los infiernos pero de una forma más cobarde. Me disfracé de hombre recuperado y nuevo y me dejé llevar de una forma inmadura por una vida alocada. Alcohol, drogas, follar con todas las tías  que pudiera…. Además de destruir más mi delicada salud y llevarme a las puertas de la muerte, he provocado terribles situaciones que mi mente, una vez lúcida para ver las futuras consecuencias, hubiera desechado. Esa lucidez me abandonó ahogada en el alcohol y otras sustancias. He  estado con diferentes mujeres, he fornicado, he pecado contra Dios y contra el Amor de mi vida. Nadie sabe lo solo que se puede estar cuando entras en esta alocada forma de huir de la vida. Y como diablo en la tierra, he querido compañía. He engatusado y enamorado a  una pequeña y dulce mujer. Una chica que ha sufrido mucho en su pasado ha sido presa fácil para un perro de Satán como yo.


Esta es una historia sobre como el Dolor y el Amor pueden transformar a un hombre bueno en un bastardo. Es una historia de muerte en vida, donde el sufrimiento de uno no es castigo para sí, sino que destruye a otros.